Carol Solberg: el deporte y la política brasileña

Carol Solberg se convirtió en símbolo de la reivindicación política contra el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. La connivencia o convivencia del deporte y la política en el país del fútbol han sido moneda corriente en los últimos decenios; el efecto boomerang de estos eventos multitudinarios puede ser muy importante.

La adjudicación de los diferentes eventos deportivos obedece casi siempre a influencias internacionales y situaciones nacionales complejas en cada país. México, Rusia, China, Catar o Argentina son sólo algunos de varios ejemplos de países que han usado al deporte como herramienta de «soft power» y para acallar problemas políticos internos. A nivel dirigencial esto es común, al nivel de los atletas este panorama es diferente.

El contexto brasileño

Brasil es un ejemplo perfecto de la imbricación de la política y el deporte. El gobierno del entonces dominante PT (Partido de los trabajadores) luchó por la realización de los juegos olímpicos y el mundial de fútbol en su territorio. Impulsado por los números macroeconómicos impresionantes y una enorme popularidad, Luis Inácio Lula da Silva se lanzó en esta aventura que asentaría el lugar de Brasil como la potencia mundial del futuro. Las imágenes de Lula abrazado con Pelé, seguidas por los cientos de miles de cariocas festejando en Copacabana, parecían el mejor augurio para el más nuevo gigante mundial.

Este entusiasmo duró poco y, con la caída de los precios de la materias primas (base de las exportaciones de Brasil) y los escándalos de corrupción, la fiesta prometida parecía comprometida. La Presidenta Dilma Rousseff sucedió a Lula, y sin el carisma del líder, su imagen fue en picada. La fiesta del equipo dirigido por Scolari goleando al campeón del mundo España contrastaba con el olor a gases lacrimógenos que llegaban al Maracaná durante la final de la desangelada Copa de las Confederaciones.

Dilma se exponía a tremendas silbatinas cada vez que la cámara la enfocaba en los estadios durante el mundial que le siguió en 2014. En los Olímpicos, la jefe de estado petista no llegó a presidir las ceremonias porque sufrió un impeachment antes de la ceremonia de apertura. El sueño de asentar el poder de un nuevo gigante en el mundo se apagó con la salida de la antorcha; una sensación amarga quedó en la boca de los brasileros que, si bien disfrutaron de los diferentes eventos deportivos, el despertar los dejaría sumidos en una enorme crisis social, política y económica de la que aún no se levantan.

Las botas militares de Bolsonaro

La campaña a la presidencia tenía al ex-militar Jair Bolsonaro como gran sorpresa. Su discurso de mano fuerte y sus evocaciones a la dictadura tuvieron un sorpresivo éxito en la población brasilera y fue elegido sin atenuantes por los votantes. Durante su campaña, fue común ver a los futbolistas apoyar al candidato ultra-derechista. Felipe Melo, jugador del equipo de fútbol Palmeiras de São Paulo, festejaba con el saludo militar, y grandes figuras, actuales como Neymar o pasadas como Ronaldinho, dieron su apoyo en redes sociales al candidato.

Las críticas sobre ellos fueron pocas y se sentía que el campo de juego del fútbol era terreno fértil para hacer proselitismo impunemente. Bolsonaro sentía que el fútbol era una forma fácil de conectar con su base de votantes y ha usado cada oportunidad que se le ha presentado para tocar la fibra del deporte.

Debajo de la arena, la protesta

En octubre de 2020, después de una etapa del circuito brasileño de voleibol de playa, la jugadora Carol Solberg tomó el micrófono y en directo en televisión nacional gritó «Fora Bolsonaro». El tribunal del deporte y CBV (Federación Brasileña de Voleibol) la multaron. Meses después esta sanción fue invalidada después de un recurso hecho por ella.

La jugadora Carol Solberg encendió una polémica en uno de los países más golpeados por el COVID y con una opinión pública completamente dividida políticamente. Cabe aclarar que las motivaciones de la Federación para sancionar a Carol Solberg fueron rápidamente puestas en entredicho pues el principal patrocinador del deporte es el estatal Banco do Brasil. Carol Solberg ha continuado su campaña de enfrentamiento abierto contra el poder y ha enfrentado valientemente las retaliaciones por sus palabras.

El último capítulo del sainete político/deportivo llegará con la realización de la Copa América en el Brasil golpeado por el Coronavirus. Sin ninguna preparación, Bolsonaro tomó la decisión de realizar el torneo luego de que ni Colombia ni Argentina pudieran hacerlo. Las consecuencias se verán pronto y será un nuevo capítulo de la relación enfermiza entre el deporte y la política brasileña.

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Redacción Lap Deportes

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