Colin Kaepernick: la antorcha de la lucha contra el racismo
El 2020 trajo una gran cantidad de cambios para los aficionados al deporte. Estadios vacíos, burbujas sanitarias y atletas arrodillándose antes de competir. Colin Kaepernick fue el iniciador de este movimiento contra el racismo que puso a temblar a las instituciones deportivas y nos hace reflexionar profundamente sobre la relación entre deporte y sociedad.
Un gesto sincero pero no espontáneo
El gesto de Colin Kaepernick fue madurado por el jugador durante largo tiempo. La violencia policial enfocada en contra de las personas afro-americanas afectó particularmente al atleta. Sintió la necesidad de hacer un gesto fuerte y aprovechar su posición social y mediática privilegiada para ser una voz contra el racismo. El 14 de agosto de 2016 Kaepernick se arrodilló durante el himno nacional en un juego de pretemporada. En un principio pasó desapercibido pero partido a partido empezó a llamar la atención.
El gesto de Colin Kaepernick en sí no es anodino, ni espontáneo. Retoma dos grandes hitos de la historia por los derechos civiles y la igualdad racial en Estados Unidos.
El primero viene de Martin Luther King Jr. quien realizó el mismo gesto durante una protesta pública. Arrodillarse es una marca de humildad en la fe cristiana del antiguo pastor de Alabama, puesto en el contexto de reivindicación el hecho de arrodillarse se convierte en un gesto de valentía y pacifismo.
El segundo viene de los atletas Tommie Smith y John Carlos quienes habían protestado durante el himno americano en los olímpicos de México 68 levantando el puño a la manera de los Black Panthers de Malcolm X, luego de ganar medallas para Estados Unidos. Smith y Carlos fueron expulsado de la villa olímpica y suspendidos por la federación norteamericana de atletismo por hacer esto.
La asociación a dos de los más grandes líderes del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y de dos corrientes de lucha (una belicosa y otra pacífica) muestra la preparación de Kaepernick antes arrodillarse y nos deja entrever la valentía de sus acciones contra el racismo.
«Shut up and dribble» (cállate y dribla)
La acción de Colin Kaepernick tuvo lugar en un contexto polarizado al extremo. Donald Trump venía de ser elegido presidente de Estados Unidos y su discurso equívoco racialmente, por decir lo menos, provocaba a las minorías del país. La NFL (liga nacional de fútbol americano) es una institución reconocida por el conservadurismo de sus propietarios y aficionados.
Kaepernick empezó a ser abucheado sistemáticamente en los estadios y despertó la ira de la NFL y del residente en la casa blanca. Colin Kaepernick acabó la temporada y su contrato y no ha jugado desde 2017 al ser puesto en la lista negra por los dueños de la NFL. Sin embargo la audacia de Kaepernick mantuvo viva la llama de la protesta contra el racismo.
La adhesión de atletas de todas las disciplinas (Lebron James, Naomi Osaka, Megan Rapinoe, Kevin Durant, entre otros) ayudo a popularizar el movimiento contra el racismo y el asesinato por parte de la policía a George Floyd y las multitudinarias protestas que conllevaron, presionó a las instituciones a niveles insospechados.
El debate sobre el lugar de los deportistas en la sociedad generó pasiones encontradas. Una presentadora del medio cercano al Presidente Trump, Fox News, mandó un mensaje a Lebron James diciéndole «Cállate y dribla» y cuestionando su salario y su capacidad intelectual en referencia a las declaraciones de James en contra de Trump. Este comentario resume bien el sentimiento general de gran parte de la población americana ante el movimiento Black Lives Matter, minimizando su importancia y asociándolo a la violencia e ignorancia.
La revolución institucionalizada
El movimiento BLM repercutió en el mundo entero. Las instituciones deportivas fueron presionadas por atletas, patrocinadores y fanáticos para tomar partido en esta polémica. A regañadientes (para la mayor parte) las instituciones pasaron de penalizar las expresiones contra el racismo a apoyarlas e incluirlas en los actos de protocolo y la parafernalia de los partidos. Este cambio de actitud (sincero o no) se puede leer como una gran victoria del movimiento por los derechos civiles y la igualdad racial.
Sin embargo abre una brecha que será difícil de cerrar en el futuro. El deporte se veía a si mismo como puro entretenimiento y un terreno neutral políticamente. Esta «neutralidad» ilusoria se mantenía a flote gracias a una reglamentación férrea ante cualquier símbolo político visible.
Con la apertura hecha por el movimiento BLM ¿Cómo se reglamentará en el futuro el deporte apolítico? ¿Quién decide que reivindicaciones son aceptables y cuáles merecen sanciones? ¿Cómo se luchará por los derechos en eventos organizados por países que restringen sistemáticamente los derechos de sus ciudadanos?
Redacción Lap Deportes