El Golf, un pionero en deportes mixtos

¿Deben competir mujeres y hombres en deportes mixtos? Este eterno debate se ha centrado en analizar el ámbito deportivo de la propuesta, nosotros proponemos una mirada más estratégica con el golf.

Imagina por un momento como una multitud sin precedente fija sus miradas en ti mientras que todos los medios del mundo cubren el instante en el que marcarás la historia. Al mismo tiempo tienes a la opinión deportiva polarizada, con un grupo que te apoya anhelando que no los defraudes mientras que el otro hace fuerza para que todo te salga mal. Y por si fuera poco, estas a punto de enfrentarte a las condiciones deportivas más retadoras de toda tu carrera profesional. No hay palabras para describir la presión que debe provocar semejante situación.

“Estaba tan nerviosa que no podía sentir ni mis propias manos” – Annika Sörenstam

Esta es una de las frases con las que la sueca, una de las mejores golfistas  de toda la historia, describe ese inolvidable momento en el que pegó el primer golpe en un torneo del tour profesional masculino (PGA) en el 2003. Esta invitación que recibió para participar en el Colonial Open, marcó un hito histórico tanto en el golf como en el mundo deportivo y el debate sobre los deportes mixtos. Si bien no era la primera vez que esto ocurría, el último precedente se remontaba a 1952 cuando el deporte no tenía el cubrimiento ni alcance mediático que tiene hoy en día.

Resulta evidente que no se pueden abordar todos los deportes de la misma manera pues sus características los hacen radicalmente diferentes; en este caso pretendemos reflejar con el golf las posibilidades que se presentan para los deportes individuales, dejando por ahora de lado los deportes en equipo y los de contacto.

Al no existir contacto físico entre jugadores en el golf, las diferencias biológicas de los atletas no representan riesgos ni determinan irremediablemente los resultados; esto es sin duda una ventaja a la hora de considerar deportes mixtos. Cada jugador depende de sí mismo y puede liberar su máximo potencial sin importar quien sea su acompañante de juego; todo está en su preparación y capacidad mental de concentración del momento. Sin embargo, compartiendo escenario los jugadores pueden beneficiarse mutuamente aprendiendo trucos, técnicas o estrategias derivadas de las situaciones específicas del juego, tanto dentro como fuera de la cancha.

“Fue un punto de inflexión para mi carrera” – Annika Sörenstam analizando en retrospectiva la oportunidad

Esta es la base de nuestro primer argumento a favor de la presencia de mujeres en torneos del PGA (del que el legendario Phil Mickelson afirmó: “No es el tour de hombres, es el tour de los mejores jugadores del planeta”). En promedio en un torneo del PGA participan 156 golfistas, no todos son reconocidos, ni mejores que las profesionales del LPGA. En muchos de estos eventos se reservan cupos para invitados ya sean de los patrocinadores, amateurs, juveniles o profesionales de los clubes donde se juega, para que compitan en las mismas condiciones. Por ejemplo, los “Majors” invitan a los campeones de los principales torneos amateurs con la idea de que ganen experiencia y que eso los ayude a mejorar, preparándolos para su eventual llegada al circuito profesional.

Esta filosofía sería aún mas valida para las mujeres del LPGA pues tienen un pergamino muy superior; como deportistas profesionales están acostumbradas (en cierta medida) a este tipo de escenarios. Con esto, el golf masculino serviría como una importante palanca ayudando a crecer el golf femenino y, en definitiva, al deporte como un todo. Tal y como lo manifestó Sörenstam, los aprendizajes que sacó de esa única participación en un torneo masculino, fueron un gran trampolín para llevar su carrera a un nivel superior. Imaginen si esta práctica se volviera más habitual, podríamos llegar a presenciar la primera victoria de una mujer en alguno de los tradicionales toures, que hasta el momento son exclusivamente masculinos, impulsando fuertemente los deportes mixtos.

deportes mixtos

Ahora hablemos de los beneficios económicos que traería esta situación. Es de conocimiento público que aquel jueves del 2003 en el que la golfista sueca participó en el Colonial Open, los rating de TV doblaron el rating promedio de las rondas iniciales de los torneos de la temporada. Semejante aumento de televidentes representa una gigantesca ganancia para el tour. Si bien no se puede esperar que este sea el comportamiento habitual, es indudable que más público femenino se conectaría a ver las transmisiones e incluso se atraerían televidentes de países donde no hay jugadores profesionales masculinos pero si extraordinaria representación femenina en el LPGA.

Esta dinámica se replica en cuanto a la asistencia de público a los torneos. Sin duda las mujeres participantes traerían consigo a sus seguidores y fans incrementando el número de boletas vendidas. Imaginemos por ejemplo el efecto que habría generado la participación de Lorena Ochoa, siendo la número 1 del mundo, en el WGC en la Ciudad de México (torneo reservado para los mejores jugadores del mundo). Adicionalmente, es probable que esta situación genere algún cambio en la composición demográfica de los espectadores, lo cual no es un elemento menor pensando en la venta de productos derivados, alimentos y bebidas, e incluso en el tiempo que pasan los asistentes en la cancha; otro gran punto a favor de los deportes mixtos.

Estos experimentos que iniciaron con Annika y siguieron con Michelle Wie y Brittany Lincome, han demostrado efectos positivos en aprendizajes para las jugadoras, aumento en los ratings de TV y fenómenos virales de apoyo de los fans. Pero una silenciosa victoria se ha venido gestando en el corazón del golf, estas jugadoras han inspirado a millones de niñas a iniciarse en este deporte, masificando su práctica y creando un círculo virtuoso que asegura el crecimiento y sostenibilidad del deporte.


Redacción LAP Deportes

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