El Tour de Francia y la «Francia profunda»

La caravana del Tour de Francia es un evento globalizado que se disfruta en las pantallas del mundo entero. Poco se habla de los habitantes locales que ven pasar esta fiesta universal.

Cada verano el Tour de Francia atraviesa el territorio francés. Ni la dolorosa pandemia del Covid-19 ha impedido que el pelotón recorra el hexágono. Durante el recorrido, millones de televidentes internacionales se maravillan con los paisajes tan bien valorizados por la impecable producción televisiva. Mucho se habla durante la transmisión sobre las iglesias medievales, los quesos con denominación de origen o los vinos que se consiguen en cualquier lugar del mundo; pero poco se habla de los conflictos sociales que se viven en lo que los franceses llaman la Francia profunda.

En la edición de 2019 la etapa con llegada a Mulhouse, frontera con Alemania, se vio trastocada por la quema de un bus que llevaba equipo técnico. Los “gilets jaunes” (chalecos amarillos) atacaron al tour durante tres semanas, mientras los productores hacían maromas para evitar dar visibilidad al movimiento que se apostó a orilla de las carreteras para hacer oír su mensaje. Cabe recordar que los «chalecos amarillos» son un movimiento de hartazgo social que emergió luego de una reforma a un código que obligaba a los conductores, entre otras cosas, a llevar un chaleco reflector dentro de su vehículo.

Este episodio de violencia aislada fue rápidamente olvidado, pero no deja de llamar la atención. La revuelta popular originada en la insatisfacción de las clases medias pauperizadas, tiene su origen en la Francia profunda y el Tour De Francia es el escenario perfecto para entender el conflicto.

«Francia profunda»  

Francia fue un país agrícola la mayor parte de su historia. Con la industrialización, las ciudades ávidas de obreros atrajeron las masas de trabajadores del campo. La postguerra aceleró este proceso de «desertificación» del campo francés, cada vez más tecnificado y menos consumidor de mano de obra. Los poblados se convirtieron en lugares «fantasmas», muchos servicios esenciales son de difícil acceso y la población envejece. La inmigración hacia estos lugares es rara y el atractivo para jóvenes dinámicos es muy bajo. Algunos comercios considerados esenciales, por ejemplo puntos de prensa y panaderías, reciben ayudas del gobierno (pues no son económicamente viables), con el objetivo de mantener el frágil tejido social.

Los valores de estos pobladores perduraron y se inscribieron en una especie de nación que se denomina, de forma un tanto peyorativa, la «Francia profunda». Estos valores ligados a las tradiciones, la tierra y la conservación de las costumbres se inscriben mal en el mundo moderno hiperconectado. Este panorama es difícil de aceptar para las personas originarias de estas regiones. Las dificultades económicas vienen a agregarse a este cuadro.

Para esquematizar el problema es el siguiente: los trabajadores ganan muy poco para llegar al final del mes tranquilamente y mucho para recibir ayudas del gobierno. Esto crea toda una capa de la sociedad sumamente frágil y a la cual la carga impositiva o los vaivenes de la economía impacta más dramáticamente. Las reivindicaciones han sido desordenadas, votos protesta por candidatos extremistas, huelgas y alguna esporádica interpelación de políticos. Los chalecos amarillos son apenas un síntoma, tal vez el más visible, de un enorme malestar que no ha encontrado forma de encausarse.

¿Dónde entra el Tour de Francia en esta realidad?

Citroen C2 de la marca cochonou

El Tour de Francia es un espectáculo popular en su sentido original, cercano al pueblo. Es el único evento deportivo masivo que aún es gratuito.  Recorre todas las regiones del país y su caravana es una experiencia única para los pobladores. Las empresas patrocinadoras se esfuerzan en ofrecer una experiencia a los asistentes con productos gratis, regalos y música.

Algunas vedettes acostumbraban seguir al pelotón y hacer conciertos en los lugares donde finalizaban las etapas. Para los pequeños pueblos por donde pasa el Tour es una cita imperdible y esperado con ansias.

Por su parte, los ciclistas franceses tienen orígenes humildes y están muy ligados a sus regiones, a su “terroir” (terruño); hay mucha simpatía por parte de los habitantes de estas regiones alejadas de grandes centros urbanos por ellos. Alaphilipe, Jalabert o Poulidor «el eterno segundo» han sido grandes héroes de esta Francia rural que los ve como cercanos y humanos.

La imagen del Tour

Para el mundo, el Tour de Francia se asocia con la llegada en apoteosis en los Campos Elíseos. Todos los símbolos franceses se encuentran ese día en las pantallas del mundo, los monumentos, la belleza de los paisajes y la champaña con la que brindan los campeones. Al opuesto de esta glamurosa imagen internacional, en Francia el Tour está asociado al cliché de persona parada al borde de la carretera, que bebe pastis Ricard (alcohol anisado) llevando un un sombrero alegórico a la marca y una camiseta sin mangas. Esta imagen ha sido impulsada por la élites citadinas, está fuertemente inscrita el imaginario colectivo Francés como ridícula y risible.

El Tour es un escenario que evidencia la brecha entre dos mundos. Aquí se enfrentan la Francia globalizada que conquista mercados internacionales y la rezagada que está en continua defensa de su identidad y de sus tradiciones. La promoción del país por parte del gobierno y el empresariado en el contexto internacional da muchos frutos pero los pobladores se benefician sólo tangencialmente de estos. El reflector que pasa sobre el país una vez al año parece simplemente una pintoresca forma de visitar a la «Francia profunda» pero no una forma de visibilizar sus reivindicaciones y aspiraciones.

El antagonismo entre estas dos Francias parece insalvable y un evento deportivo no es responsable de esta oposición de visiones del mundo. A pesar de que la situación sea contradictoria, el paso del Tour de Francia sigue siendo una fiesta donde dos mundos conviven, incómodamente si, pero el hecho de que puedan cohabitar al menos por lo que dura una etapa se siente como una victoria en etapa de montaña.

Tour de France 2018 – 19/07/2018 – Etape 12 – Bourg-Saint-Maurice les Arcs / Alpe D’Huez (175.5 Km) –

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Redacción Lap Deportes

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